Santa Fe, el fino rostro del suroeste
Por Otto Rodríguez
OneTravelGuru.com
Si Taos, el pueblo indio de Nuevo México, es el alma del suroeste, Santa Fe, su capital, es los ojos, la voz y el rostro fino y delicado que parecen tener por gracia propia los sitios más especiales del mundo.
Santa Fe es además un remanso de paz en medio del vasto territorio semidesértico que caracteriza la topografía de Nuevo México. En el suroeste estadounidense, esta ciudad parece ser la favorita de muchos: lo mismo quienes la visitan como turistas, que aquellos que van en busca de finísima artesanía y obras de arte creadas por un amplio movimiento de artistas que se radican aquí para llenarse de la quietud de las montañas y el desierto, tan propicios para meditar y concebir.
Con apenas 60 mil habitantes, Santa Fe goza de una inmensidad de historia, arte y paisajes únicos. Aquí no hay supercarreteras y el edificio más alto tiene apenas cuatro pisos.
Para el visitante, la arquitectura de la ciudad es lo que más resalta. Prácticamente todas sus edificaciones, incluidas las casas, imitan las antiguas construcciones de adobe, una característica del ingenio arquitectónico de los indios nativos que habitan esta región.
Quizá el sitio ideal para comenzar a andar Santa Fe es la Plaza, donde los indios nativos tienen el derecho exclusivo de vender su exquisita artesanía en los portales del Palacio de los Gobernadores, convertido en un museo que muestra las raíces de la hispanidad en Norteamérica.
El corazón de la ciudad
En la Plaza comienza toda la actividad cultural, desde la procesión de la Zozobra, una festividad temprana para esperar el año nuevo, hastas las celebraciones de Navidad.
Rodeada de galerías, museos y los mejores hoteles de Santa Fe, la Plaza es también el punto de partida para caminar hasta la Catedral, que se levanta al final de la calle San Francisco, la principal artería de la ciudad.
Dondequiera que uno viaje en Nuevo México, se podrá hallar una artesanía tan original como los mismos paisajes de ese estado. En lo que se refiere a la joyería, predomina la plata adornada con piedras de todo tipo. El arte típico también puede apreciarse en alfombras, vasijas de cerámica, madera tallada, esculturas y otros objetos alegóricos a las costumbres ancestrales de la región.
Santa Fe cuenta con una inusual cantidad de museos. El de Bellas Artes se encuentra en una de las calles aledañas a la Plaza. Dos de los mejores museos se ubican en Old Santa Fe Trail, de una de las arterias más antiguas de la ciudad. Uno de ellos, el de Arte Indio, exhibe antiquísimos objetos del arte indígena.
El Museo Internacional de Arte Folclórico exhibe una amplia muestra de más de 100 países. Allí se destacan exhibiciones sobre el arte hispano colonial.
El Palacio de Adobe es de particular interés, pues fue construido originalmente en 1610 y es el edificio público más antiguo del país. Actualmente alberga un museo sobre cultura e historia natural.
En una ciudad tan artística y cultural como Santa Fe, donde además existe una ópera de fama mundial, la meca del arte aquí se encuentra en una calle angosta llamada Canyon Road, donde en escasa milla y media hay cientos de pequeñas galerías que exponen y venden exclusivas creaciones, entre ellas pinturas, tapices, joyas y artefactos.
La mejor época del año para visitar la ciudad y sus alrededores es el verano y el inicio del otoño, pues en invierno las temperaturas pueden ser muy frías y puede nevar copiosamente.
Si un día la aventura lo llevara al suroeste de Estados Unidos, no deje de visitar esta rosa del desierto.